No estoy muy orgullosa de lo que hice o mejor dicho, de lo que no hice. Podría haber cruzado, chocarte casualmente, hacerme la sorprendida, saludarte… pero no. Como la conciencia me está matando, por lo menos quiero confesarte que te vi. Yo estaba invisibilizada con mi ropa de oficina, mi pelo suelto de oficina, maquillaje… Seguí leyendo La otra esquina