…que responde la tonta pregunta ¿Para qué sirve Twitter?.
Y en realidad, no sirve para nada. Como un destornillador.
Twitter es un destornillador. Si uno tiene algo que atornillar –o destornillar- un destornillador puede ser útil. Si uno tiene algo que comentar, Twitter puede ser útil.
Ahora, la diferencia entre “usar” y “aprovechar” reside en la creatividad del operador de la herramienta.
Si yo no tengo nada que atornillar, puedo usar el destornillador para abrir la lata de pintura y revolverla, sacar las basuritas de la guía de la persiana, aflojar la tapa del frasco nuevo de mermelada, limpiarme de la suela de los zapatos cuando piso caca en la calle, alcanzar un anillo que se me haya escapado a algún hueco incómodo, sacar el bollo de pelos del desagote de la bañera, arrancar la cubetera del freezer cuando esta como un témpano, etc. Hay muchos usos, limpios y sucios, para un destornillador cuando uno tiene una necesidad y un poco de astucia. Lo mismo pasa con Twitter.
Si no tengo nada que decir, puedo ponerme a leer los blogs de otros tuiteros, pasarle a mis followers links que me parecen interesantes, responder inquietudes de otros tuiteros, etc., eso en sus fórmulas directas. Pero, con medio huevo más, podemos utilizar Twitter para pedir información a otros, pedir trabajo a otros, ofrecer productos y servicios, crear imagen, promocionar blogs, conseguir novio/novia/novio/novia/novia/novia, etc.
Una de las cosas más saludables del recurso es el “ON/OFF” a los seguimientos. Por ejemplo, una empresa que postea ofertas de eletrodomésticos cada 2 minutos puede ser hartante la mayor parte del tiempo, pero muy útil si estoy tratando de comprarme una heladera. Y mucho más cómodo que llevar un destornillador en la cartera por si piso caca en la calle. En conclusión: Twitter Twitter es igual de útil pero más cómodo que un destornillador.
Después está el famoso riesgo para los niños. Me acuerdo cuando mi mamá me gritaba: -¡Nena dejá ese destornillador que te vas a sacar un ojo!- Y la verdad es que la intención de “proteger” a los niños de Twitter me suena tan pelotudo como esa afirmación de mi infancia. Ahora la frase sería algo así como -¡Nena dejá de twititar que te vas a volver idiota!- Y privar a las generaciones fresquitas de reflexiones de gente como Steve Jobs, Esteban Peicovich o Martín Varsavsky ; y que en cambio, sigan hablando como un Teletubbie hasta los 12 o que se sepan de memoria los diálogos de La Sirenita –porque les ponen los DVD de Disney para que no jodan-. ¿Quién se volverá más idiota?
Nadie está obligado a usar Twitter, ni un destornillador, ni el microondas, ni botas de lluvia. Pero convengamos, que hay muchas cosas que pueden hacer las cosas más fáciles, rápidas o prácticas, aunque decidamos no sacar provecho de ellas.
No se pierdan este otro post “Twitter” de Nanim, que casualmente me pasó un twitero cuando leyó el mío. IMPERDIBLE.