La vida es una sucesión de malas elecciones y golpes de suerte. La mayoría de las cosas que elegimos son errores. Yo creo que el “libre albedrío” es el invento de Dios para cagarse de risa.
Por lejos, las mujeres somos de los peor que hay para optar entre dos cosas. Siempre elegimos el celular más lindo que no anda nunca, el jean más caro que con una lavada se decolora de una manera extraña, el corte de pelo que nos hace parecer un muñeca pepona, o el maquillaje de moda que nos transforma en Jean François Casanovas. El extremo lo alcanzamos en las elecciones sentimentales ¡Obvio!
Disponibilidad: Fulano, 38, divorciado, dos hijos 10 y 12, excelente posición económica, VW Passat 0km, buen mozo /Mengano, 41, soltero, sin hijos, excelente posición económica, BMW 99, muy piola.
¿Qué elegimos? Mengano “El inestable”, con un auto que compró la única vez que trabajó en su vida en la época del 1 a 1, y pasa sus días “de-boliche-en-boliche, me-gusta-la-noche, me-gusta-el-bochinche” esperando que se mueran muchas personas de su ascendencia para ver si agarra la guita o el control de alguna de las empresas de la familia, por las que cobra un sueldo sólo para que no se acerque. ¿Cómo lo justificamos? Es que Fulano “El ideal” tiene dos hijos y a esa edad son mucha responsabilidad, uno no está en condiciones de ser madrastra de dos adolescentes (?), además trabaja mucho y nunca tiene tiempo para nosotras, si es muy buen mozo pero la falta algo, le falta chispa, es muy quedado… Y así dejammos pasar la oportunidad buena y salimos corriendo atrás de cuanta porquería se nos cruce.
Es sabido que las hormonas hacen que pensemos todo como el culo, están hechas para que tomemos como bendiciones ciertas cosas que, a las claras, son desgracias -pero necesarias para la conservación de la especie- como el embarazo, la lactancia, el parto, etc. Con esa equivocada carga hormonal, elegimos las yuntas y así nos va….