Todos los radicales son iguales.

Se dice hoy por hoy que no hay radicales, porque cuesta reconocerse como radical como cuesta reconocerse como menemista.
El hecho concreto es que en las elecciones del 2003, medio millón de almas votaron por radicales -radicales solitos, así como UCR- más del doble de lo obtuvieron los votos en blanco. Es decir que hay más radicales que gente que duda a quién votar. Amén de los radicales herejes que se han hecho sus propios partidos alternativos pero que son mas radicales que Balbín y sin los votos radicales no ganarían ni en una reunion de consorcio.
Ademas , para seguir demostrando lo mucho que le cuesta a los argentinos hacerse cargo de lo que son, el ex presidente Menem salió primero cómodo en la primera vuelta de las últimas elecciones presiedenciales, luego de 10 añitos de gobierno y electo por 2 períodos por la voluntad popular.
Volviendo al tema del titulo, todos los radicales son buenos retóricos, emocionalemnte medidos, adoradores de la justicia y la ética -en teoría- y no tienen ningún reparo en despacharse a cualquier correligionario si se le interpone en el camino al poder. Ninguno entiende la ley del equilibrio político o ley del lechón asado -caro yañez dixit-, DA MUCHO A MUCHOS POR POCO TIEMPO, a lo que los radicales aplican la ley del desequilibrio intitucional o ley de dieta de Cormillot –caro yañez dixit idem- DA POCO A MUCHOS POR EL TIEMPO TOTAL QUE DURE EL MANDATO, lo que los obliga a retirarse antes de terminarlo.
Para explicar las dos leyes políticas enunciadas voy a apelar a la analogía alimentaria. Si le das un lechón asado entero a una persona probablemente se indigeste, se eche a dormir y se levante a las 24 hs con un ataque al hígado y sin ganas de joder, encima todavía le queda un poco de lechón en la heladera para cuado se mejore, que es realmente poco pero parece una piara entera por la indigestión. Ahora si se pretende dar dos tostadas de gluten con queso cada 2 hs. y una ensalada de lechuga de cena nada de lo anterior pasaría, estará bien alimentado pero con unas ganas de joder bárbaras porque se muere de hambre, y todos conocemos el mal humor de la gente con hambre.
Para eso del equilibrio político, los peronistas -que son todos iguales- son mucho más lúcidos. Regalan casas. Si casas, no cajas con alimentos. y si a alguien le da por quejarse, le hacen pagar la casa. Gratis, es calladito la boca. Así es como la Argentina está sembrada de barrios de casitas de colores con todos los servicios -incluídos los servicios de infraestructura urbana como agua corriente y cloacas- que son los precursores de los bonitos barrios privados de la actualidad. Solo que en los “Barrios de Perón” es mayor la seguridad que en los barrios privados, porque entre cocodrilos no nos vamos a pisar la cola, ¿no?.
Una vez un ex jefe mío dijo que “en la Argentina sólo funcionan los presdentes peronistas” y tenía razón. Todos los peronistas son emocionales, incapaces de dar un discurso sin leerlo, adoran los actos y la demagogia y si algún compañero se interpone, lo nombran ministro del interior o canciller. Son orgánicos hasta las pelotas.

Como conclusión a ésta bonita generalización, se puede concluir que los peronistas regalan casas de colores y con todos los servicios a radicales no-confesos que sistematicamente votan por Menem, que es un peronista no-reconocido por sus compañeros.