Ayer, motivada por el cartelito de ULTIMAS SEMANAS –si, lo sé, me hacen entrar en todas- fui a Bodies en el Abasto.
La gentecita “plastifiqué” está bien, pero tampoco es para arrancarse los pelos. También me parece que lo que vimos acá es la versión sudaca-llevemos-solo-la mitad-de los muertitos. No encontré ninguna de las figuras de “bodies en situación” más que el chaboncete leyendo una “enciclopedia del cuerpo humano” en la mesa de la cocina –si, humor negro del más feo-.
Yo creo que detrás de esta búsqueda científica y educativa, igual hay un componente desviado (ojo, no “desviadito”, que eso es cool), abundan los detalles morbosos al cuete.
¿Realmente queremos ver el sistema nervioso de un nene de 6 años AFUERA DEL NENE en una bandeja, como un racimo de fideos pegados a un cerebrito?
Más de la mitad de los pulmones –bofe humano- exhibidos eran masacotes negros por la nicotina, por lo que deduzco que a) los fumadores son más gauchitos porque donan sus cadáveres o b) que la gente que no fuma no se muere nunca. Esa disyuntiva me dio unas ganas atroces de fumarme un puchito.
No es una expo para personas medianamente impresionables. Yo soy menos sensible que Rambo, y a pesar de ese detalle soñé un poco con guiso de muerto cuando me dormí porque no había cenado. A las 3 y media de la mañana, me comí un sanguichito de anchoas, que fue el único cadáver que encontré en la heladera, y recién después de eso pude dormirme tranquila y soñar con quien debía soñar.