No le puedo contar a nadie con nombre y apellido y mostrándole las fotitos en Facebook, así que se lo conté a algunas pocas amigas. Cuatro, para ser más precisa. Cuatro que no se conocen entre ellas, para que no se junten a decir “Pobre Marina, está hecha una pelotuda”. Que para decirme pelotuda yo alcanzo.
Fue una revelación de sábado a la mañana. Había soñado con vos de una manera completamente no sexual, un sueño inútil. Estuve casi todo el día reprochándome no haber soñado bien, nunca había prestado atención pero me gustaste mucho. Debe haber sido el cambio de contexto, fuera de internet, en ese camino de noche, con el sweater gris topo, cara de culo, negándote a explicarme una cosa que no entendía.
A la noche de ese mismo sábado me hice un fernet, estaba sola en casa y te escribí un post. Lo ignoraste. Lo bueno es que a varias personas les gustó. Lo malo es que otras se hicieron cargo. Lo útil es que salí con algunos, con la esperanza de olvidarme que me habías gustado en el sueño.
Al poco tiempo me fui de viaje. Me conectaba poco. Quería tener un romance europeo y di un par de besos. Caminé mucho sola y me acordaba de vos pero era muy raro porque no estaba acostumbrada a pensar en alguien así. Me intrigaba saber qué de esas cosas que estaba viendo podían interesarte. Supongo que todas… eran cosas muy interesantes.
En ese punto no sabía si estabas con alguien. No me preocupé porque seguías siendo un producto de mi imaginación, así que no había riesgos. Por esa época, también te bauticé “El Fantástico” para poder hablar con mis amigos de vos. A la gente le divierten mis historias y tenía que poder contarte sin nombrarte.
Pasaban los meses, las citas random y las anécdotas. Tinder.
Pensé en prestarte más atención. No me alcanzaba con El Fantástico que era producto de mi imaginación y quería que te parecieras. Fue terrible. Eras mejor que mi mejor fantasía. Tuve unas semanas en que te odié por superarme. Se me pasó rápido.
Pasaron más meses. Encontré que seguirte y leerte en todos lados era como leer una novela por capítulos. Tenías una vida real fuera de mi cabeza y era interesante. También encontré algunas mujeres con vos y eso no me gustó ni un poco.
Varias veces usé el blog como un exorcismo, escribiendo un post para que “se me pase” y funcionó todas las veces. Con vos no me funciona y ya te escribí dos veces. Voy a hacer un nuevo intento… esta vez, la tercera. Te pediría que me ayudes y salgas de mi cabeza, pero no sabés quién sos, Fantástico.