Inmunidad diplomática

La gente se preocupa demasiado por tener muchos lectores en su blog, pero la parte buena de tener pocos -como Esevi- es que uno puede decir la mayor cantidad de atrocidades que le vengan en gana, sin tener que preocuparse por quién lo leerá.
Ya me han hecho varias advertencias al respecto de mi des-respeto hacia lo íconos blogueriles o emprendedoriles, pero la verdad es que no me importa un rábano ¡PORQUE NO ME LEEN!
Ese anonimato me da una ventaja comparativa con blogs super leídos, que tienen que cuidarse el culito cada vez que van a dar una opinión y se preocupan tanto por no deschabar a nadie que tienden a hacer artículos tan sosos como una galleta marinera sin sal y apta para celíacos. ¡Y hasta se ponen de acuerdo para hacer mierda a alguien o algo! como para pseudo-agitar el avispero every now and then.
No se mojan las patas más que para recomendar los libros de O’Reilly, Drucker o Katzenbach, andan como marmotas atrás del último chiche de Apple -que seguro que Stevie está esperando que le digan que está bueno, ¿no?- o explicando lo maravillosa que es su vida desde que tienen la Blackberry -claro, RIM se inspiró en ellos para crear el servicio-.
Palabras más, palabras menos, ningún blogger puede hacer alguna diferencia. El muy leído porque vive con los pañales puestos y el poco leído, porque le habla al calefón. La desventaja del blog popular que no puede decir nada -o que se hace el transgresor diciendo “nadeces”- es que, casualmente porque se come sus propios pensamientos, nunca podrá generar EL EFECTO MARIPOSA 😉 que armamos los pelotudos con un blog.