En el hemisferio sur arrancamos con la época del calentamiento global: se calientan los volantes de los coches estacionados en las playas de los supermercados, se calientan las baldosas del patio, se calientan las ojotas que nos sacamos para tomar sol. Pero también se calientan los seres humanos.
Se calientan con las fotos que empiezan a aparecer de mujeres en bikini/hombres en zunga tomando sol todos aceitados. Claro, hasta la foto está todo bien, pero resulta que “en vivo y en directo” la cosa cambia.
Después de untarte con diversos productos cosméticos -protector, pantalla, bronceador, acelerador, aceite, iodo, coca-cola, té de ruda- para la foto sos un crack, pero entrás a largar un olor a desechos nucleares que hasta el perro, que recién te jugueteaba, te empieza a mirar con un cierto asco. Olores que empeoran cuando esos inventos del demonio comienan a mezclarse con los “olores naturales” del cuerpo, porque con un poco de sol se transpira como un beduino y hasta Rexona te deja a pata, convirtiéndote en una mezcla de bifes encebollados-cuero de oveja-banana-coco-durazno-parrillada completa.
Ahí es cuando salta alguno diciendo “A mi no me importa, porque yo ya me hice moco la nariz con la cocaína y no huelo nada”. Para vos, amigo drogadicto, también hay problemas, porque uno es un asco al tacto. Un gusano grasiento y resbaladizo, como un miembro con condón pero sin miembro, sin condón, con el olor detallado antes y probablemente un poco de tierra o arena pegado.
Y no… tirándote a la pileta, al río o pegándote un maguerazo, tampoco se mejora. Porque agregás olor a cloro-almejas-surubí-verdín-caucho caliente, y cuando te das cuenta de que se te salió todo el bronceador, la ceremonia arranca de nuevo pero sobre el residuo de lo anterior.
Ya sé que hay un cierto público para “2 Girls, 1 Cup” y estas cosas les pareceran nimiedades infantiles; pero yo, como buena fan de Rocco, prefiero que el chongo en zunga tome sol solito y me lo dejen recién bañado, afeitado, con camisa blanca y dos vasos de Campari en un lindo bar a las 9 de la noche (mínimo).
(Y las mujeres no son angelitos de Dios, eh. Que también juntan mugre y olores como los chongos, pero con diferente balance 😉 )