Visto y considerando que ultimamamente mucha gente quiere ser yo, he decidido que voy a facilitarles las cosas. Es muy duro cuando uno tiene idolos tan inalcanzables y no sabe por donde mierda empezar.
No puedo garantizarles el éxito -vamos, que Dios debe haber favorecido un poco, primero, a los aspirantes- pero quiero compartir con los “famosos 30 lectores” el secreto de mi éxito. Que no vale de nada andar dando tumbos y, encima, que yo tenga que encontrarme con malas copias por todos lados. El LADO TORCHIARI de la vida es un lugar/tiempo/actitud que debe invadir las 24 horas del día. Si lo vas a hacer a medias, ni sigas leyendo porque es al dope.
Ya los grandes -como Og Mandino– se dieron cuenta de que la gilada no puede fumarse todas las tareas de golpe, así que esta es la primera entrega. Vas a poder armar tu colección de lecciones de vida bajo el tag LADO TORCHIARI.
1. No sos lo suficientemente interesante para que todo el mundo te de bola.
La única manera de que los demás te presten atención es que sientan que VOS LES DAS BOLA. No hay nada más irritante que la gente que responde con lugares comunes, que habla constantemente de ellos mismos. Lo que puede sacarte del abismo del “desconocimiento social” es que pares de ignorar a la gente. Te van a conocer más por lo que vos conozcas de los demás que por lo que todos conozcan de vos (grabate esa frase y aprendete de memoria todas las conjugaciones del verbo conocer, carajo, que me costó 3 horas redactarla).
2. Tus ideas casi siempre son medio idiotas y si se te ocurre algo brillante, casi seguro que lo leiste en otro lado.
Aprendé a reconocer cuando una idea es buena y disfrutala aunque no sea tuya. Aprendé que si nadie te da bola con alguna fantasía, lo más probable es que vos estés equivocado y no que todo el ancho mundo solo quiere llevarte la contraria. Aún la gente que considerás idiota hace cosas que vos no podrías hacer ni en sueños, descalificarla es lo mismo que pensar que las flores son tontas porque no hablan. Muchas veces el más nardo es el que le chupa la sangre al más piola o más bueno y se sale con la suya. No sobreestimes la inteligencia, ni subestimes la pelotudez. La inteligencia es ilimitada, pero la boludez es infinita (hay una sutil diferencia, pero no es lo mismo, frase solo para entendidos).
3. Si nadie se rie de vos, es que estás haciendo todo mal.
La tristeza, el llanto, los problemas no le gustan a nadie pero todos tenemos para repartir. Si basas tu vida en revolcarte en el lodo, los demás van a pensar que sos un chancho. No sirve andar ocultando cuando uno está realmente mal porque se nota, pero si querés rodearte de gente positiva que complote con el universo para hacerte la vida feliz, primero tenés que demostrar que sos merecedor de esa gracia. Es más fácil escribir, hablar o reirse de lo que uno conoce mejor, y uno mismo es la única persona que convivirá con nosotros del principio al fin de nuestros días, es lo que no cambia. Si vas a poner trompa cada vez que alguien se rie de vos, vas a vivir con cara de culo porque no se puede hacer nada para que eso cambie. Como el buen humor viene de dentro de nosotros, lo más lógico es empezar por reirnos de nuestras propias tripas.
4. No sabés lo suficiente de casi nada de lo que hablás o hacés.
Si hasta la matemática constantemente está planteando nuevos paradigmas, es necio pensar que una idea es absoluta. Cada vez que alguien se para en el trono de la sabiduría es sólo cuestión de tiempo -casi siempre poco- el verlo caer y romperse los dientitos contra el piso. Lo más sano mantener la curiosidad y las ganas de aprender cosas nuevas todo el tiempo, intercambiar un conocimiento propio con alguien por lo que nos falta. Reconocer la falta de idoneidad en algo nos va a permitir tener los mejores padrinos o tutores, y nos ahorrará el papelón de ser conocidos por bocones. La gente está más dispuesta a ayudar desde el inicio que a arreglar las cagadas que hagamos sobre la marcha.
Próxima entrega: Chupar medias es un asco por definición, Tu pasado te condena, Las elites son excluyentes y no exclusivas, La primera impresión no sirve para nada.