La heladera arrancó de golpe. Eran las 8:40 del sábado y me había quedado hipnotizado con las agujas del reloj de la cocina. Ya sabía que las cosas no estaban bien. Como no habían estado las doscientas veces anteriores que, en 40 años, había pasado por lo mismo. Nadie me obligaba, pero dentro de mi… Seguí leyendo Demasiado Tarde