Busco suegra que me caiga bien (Mission: Impossible)

Cuando uno tiene una diplomatura en fracasos sentimentales -como eu-, a fuerza de estudiar para los exámenes, ciertos conocimientos se fijan más. Las mujeres pensamos que vamos a tener suerte con nuestras suegras CADA VEZ.
La realidad es que, si no sos un monje shaolin, lo más probable es que la relación mujer/suegra sea una mierda.
Los seres humano macho elijen a su hembra en función de alguna característica que le encuentren de su propia madre. Los más lúcidos, buscan una carbon copy de su progenitoria; y los mas tontos -la inmensa mayoría- se guían por alguna nonada y nosotras penando para NUNCA PODER CUMPLIR CON LAS EXPECTATIVAS DE LA BRUJA QUE LOS PARIO. Y, ojo, que no es que las expectativas sean demasiado altas, en general, son demasiado pocas…
Con el paso de tiempo, de generación en generación, el ser humano evoluciona, por lo que somos versiones mejoradas de nuestras madres y ¡obviamente! MUCHO MEJORES QUE NUESTRAS SUEGRAS. Así que, el intentar responder a las exigencias, implica un constante downgrade.
Pero la vieja bruja, todavía piensa que está un escalón por sobre nosotras, y se erige emperadora del pelo en el huevo, sistemáticamente encontrando errores donde no los hay, justificados por su retorcida lógica.
Hay zorras de varios modelos. La zorra que en su puta vida hizo nada es la más común. De esas hay dos tipos: La que se pasará el resto de sus días quejándose de los mishones de proyectos personales importantísimos que dejó de lado para formar una familia

“peroigualestoymuycontentadeladesición
quetométengounafamilia
hermosayesoesmásimportantequecualquierotracosa”

(esta la va de idiota); y la otra, que por el contrario, se pasó la vida de proyecto personal pedorro, en proyecto personal pedorro. El paradigma de la pedorrada se asocia, habitualmente a “clases”; variando entre pintura artística sobre diferentes superficies, a reiki, ballgym o teoría de las civilización asiria en gaélico, siempre con centro en cosas que NUNCA LA LLEVEN A TRABAJAR, pero que -como experta en pelotudeces que consiguió ser- le da la autoridad académica de pasar de tomar clases a impartirlas (esta la va de inteligente).
A veces podemos encontrarnos con la rara especie de la “trabajadora”, y de estas también hay dos tipos: la escasísima que ha trabajado de algo que le gustaba, con lo que se cree una mezcla de Andrew Wiles y el Conejo de Pascua, todo inteligencia y todo amor. Para ella, más vale que NUNCA tengas un mal día en tu laburo, ni un jefe de mierda, ni un/a compañero/a trepa, porque te enrostrará que

“esoesporquenotecomprometesporqueinteligencia
notefaltaperomasvalequedejesdeladoesarebeldíatelodigoyoque
mepaséXXañosenXXyséloquetedigo”

(esta la va de inteligente). El otro tipo de laburadora, es la que siempre tuvo que bancarse un trabajo que odió desde el minuto cero, ergo: odiará visceralmente que tengas aunque sea UNA buena anécdota del tuyo. Beware, entrá en función “la vida es una caca, todo el tiempo” para evitar ahogarla en una pileta de polenta (esta la va de idiota).
Ya muchas veces he aguantado los desplantes, los comentarios soretes cuando no hay testigos y he tratado de ser sumamente tonta, sumamente fea y sumamente intrascendente, como para mantener la armonía. He protegido a todos mis ex, al no contarle a ninguno cuanto me han desagradado sus madres, ni las maldades inmerecidas que me han hecho. Esto se acabó.
Voy a elegir la yunta con la base de que me agrade su puta madre, lo demás es accesorio. Y si alguien lee esto y alberga alguna esperanza de tener una relación sentimental conmigo, háganle leer esto a sus madres antes que nada, y avísenle QUE NO VOY A HACELE LA VIDA FÁCIL NUNCA MÁS A NINGUNA SUEGRA (con suerte, pagarán santas por pecadoras).