Cuando me gusta alguien que viene complicado, yo disparo una defensa directa: me gusta alguien que viene peor.
Entonces ahí me siento mal. Y no hay nada mejor que buscar un hombro donde llorar, que no es ninguno de los dos hombros anteriores. Pero como el “tercer hombro” es tan comprensivo y tenemos tantas cosas en común, me confundo y cada vez que me gusta alguien que viene complicado…
Hace unos días me entregaron mi carta natal. Pensé que cuando tuviera certeza de cuales son mis problemas astrales iba a poder solucionar mis problemas terrenales. Las conclusiones son las siguientes:
Mi Sol en Cáncer: Mala y vaga, pero casera y maternal.
Mi ascendente en Acuario: Curiosa y fantasiosa, pero independiente y arisca.
Mi Luna en Tauro: …
Mi Mercurio en Cáncer: más complicada y enroscada todavía.
Mi Venus en Géminis: ¿Ahora entienden por que uno llama a otro y a otro y a otro?
Hay cosas que necesitamos para hacer la vida más emocionante, para que merezca la pena y la mayoría de las veces somos incapaces de bancarnos tanta emoción. Físicamente incapaces. Y somos mentalmente incapaces de reconocer que buscamos emociones fuertes, porque esas emociones nos hacen plantearnos cosas que escondimos tiempo atrás bajo mucho escombro que nos quedo de emociones pasadas.
Y cuando que pensamos que tenemos algo, es cierto. Tenemos esto, y de esto tenemos mucho. Muchos containers de escombros que pensamos que nos íbamos a bancar llevar encima. Pero se nos cayeron encima y nos están aplastando. No nos dejan respirar, no podemos ver bien y eso nos da miedo y nos da angustia. ¿Adiviné?
En estos días me di cuenta de que los astros no tienen la culpa de las malas decisiones que yo tomo y lo más peligroso de las predicciones cuando se cumplen es que uno no sabe que hacer con el resultado.