Cuando fracasás en una relación con un tipo “igualito” a uno del que siempre estuviste enamorada -pero con el que nunca pasó nada- es Dios que te lo mandó para confirmarte que con el original tampoco hacías juego.
Reflexiones de una persona normal, a la que normalmente no le pasa nada.
Cuando fracasás en una relación con un tipo “igualito” a uno del que siempre estuviste enamorada -pero con el que nunca pasó nada- es Dios que te lo mandó para confirmarte que con el original tampoco hacías juego.