A la mañana yendo al trabajo o a la noche después de cenar, en esos tiempos muertos ocupados con nada, pensamos. Pensamos mil escenarios en los que podríamos conocernos, charlar, coquetear y, con suerte, despedirnos dándonos cuenta que el otro no era tan genial. Y tener paz. O, lo que sería gravísimo, darnos cuenta de… Seguí leyendo Fantástico bailable